jueves, 20 de agosto de 2009

RESISTIR EN LA CALLE A LA INFLACIÓN Y LOS TARIFAZOS.

Los trabajadores no podemos confiar en los políticos capitalistas, que en el congreso juegan a ser oposición, tampoco en la defensoría del pueblo, ni en ninguna otra institución del sistema..
Desde la OTM sostenemos que sólo los trabajadores movilizados, en la calle, podemos parar la constante inflación y los tarifazos.
Estemos alerta también con las maniobras de los dueños del transporte de pasajeros de Mar del Plata ¡Están preparando un aumento encubierto! y, como siempre ocurre, será con la venia del intendente, los concejales y los traidores dirigentes de la UTA.

¡UNIDAD Y LUCHA CONTRA LOS AUMENTOS !

LA VERGÜENZA NACIONAL Y POPULAR

Los capitalistas cada día están más obscenos y desvergonzados y no hace falta mencionar las impudicias de Sarkozy, Berlusconi o los jeques árabes, aquí también la burguesía criolla cuenta plata delante de los pobres sin sonrojarse ¡Que lo diga el matrimonio presidente si no! Cuyo patrimonio ha aumentado 158% en el último año, o los 15 millones de pesos que gastaron cada uno Kirchner y De Narváez en la campaña electoral, y si es por utilizar la plata del pueblo en beneficio propio, otro que pisa fuerte es el oportunista Scioli -monstruito creado por Menem- quien a fuerza de obediencia y humillaciones logró el trono provincial y hoy a pesar del déficit fiscal que la provincia tiene de casi 5.500 millones de pesos, él se reserva ¡740.000 $ por día ! para propaganda de su gobierno (269.899.768 $ anual, datos de la Contaduría general de la provincia de Buenos Aires). Ni hablar de los que se van ¡tampoco se llevan las manos vacías! a juzgar por el Jet de 4 millones de dólares y el crucero de 1.400.000 de la misma moneda en los que el ex secretario de transportes Jaime, al parecer, viaja y se divierte.
Pero hay infinitos ejemplos de desvergüenza nacional y popular :el ladronzuelo Porreti, ex intendente de Pinamar (filmado en plena coimeada), hoy nuevamente en el ruedo político, o la irascible mujer de Capitanich, ministra de desarrollo social, la cual, mientras el dengue arreciaba en el pobre Chaco, ella organizaba una costosa fiesta familiar en Buenos Aires, autora, además, de la célebre frase “la culpa la tiene el mosquito” pues hoy también diputada ¿Y los “compañeros” sindicalistas ? ¡Con ellos podrían llenarse volúmenes! Pero conformémonos con algunas perlas de candente actualidad: los millonarios burócratas dueños de los sindicatos, barrionuevistas, gordos, moyanistas y demás, protagonizan feroces disputas por las cajas de las obras sociales, las cuales siempre les han permitido hacer grandes negocios y enriquecerse.
No es casualidad que dos de estos pesos pesados de la burocracia estén hoy en el banquillo de los acusados: Zanola, el bancario, denunciado por traficar medicamentos falsos y (parece que con bastante fundamento) vaciar el Policlínico; el otro :José Rodríguez, ex secretario general del Smata, cuyos antecedentes harían palidecer al Gordo Valor, está, ahora, nuevamente procesado por los delitos de “administración fraudulenta”, también se investigan sus dos cuentas en Suiza .
Es que los “compañeros” son así, ”está en su naturaleza“ como la fábula del escorpión. Nacieron, como especie, de la mano de Perón en la década del 40, treparon merced a la delación y la traición a los trabajadores y la connivencia con la patronal y el poder de turno.
Hoy, siguiendo su tradición, miran para otro lado, si la pobreza y la marginación alcanza cifras nunca vistas en nuestro país, si la inflación -sin solución de continuidad desde hace años- devalúa el salario de los trabajadores, si el Estado, cómplice de los monopolios, accede a los tarifazos. La abierta inmoralidad de la clase dirigente y sus servidores son apenas una muestra de la decadencia del sistema capitalista. Los trabajadores debemos recuperar el protagonismo y prepararnos para cumplir el rol histórico de transformar la sociedad, levantando como estandarte de lucha a compañeros clasistas e incorruptibles como fuera Agustín Tosco.

domingo, 9 de agosto de 2009

LOS CULPABLES DE LA GRIPE PORCINA

La gripe porcina parece haberse generado en un Pueblo de Méjico llamado La Gloria donde la empresa Smithfield Foods mantiene criaderos de cerdos en forma deplorable.
Según expertos, tales criaderos constituyen bombas de tiempo listas para desencadenar epidemias mundiales.
Ya en 2006, unos investigadores del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos habían declarado: “La alta concentración de enormes cantidades de animales apretujados en muy poco espacio facilita la rápida transmisión y mezcla de los virus”.
En marzo de 2003, la revista Science ya había advertido que la gripe porcina estaba evolucionando en fase rápida a causa del aumento del tamaño de los criaderos industriales y del uso generalizado de antibióticos y vacunas. Afirmaban lo siguiente: “Parece que después de años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de América del Norte se halla en una fase de rápida evolución y cada año produce nuevas variantes”.
Achacaban la fulgurante mutación de los virus a dos causas: el hacinamiento en criaderos insalubres de un número cada vez mayor de cerdos, y la práctica de vacunar a las hembras, ya que la vacuna actúa seleccionando nuevos virus mutantes. Esos dos factores, avisaban los expertos, “aumentan la probabilidad de que emerja un nuevo virus transmisible entre humanos”. Luego, ya sea por los excrementos, el alimento, el agua, o incluso las botas de los trabajadores, el virus se disemina de modo imparable.
Gigante productor de carne porcina, Smithfield Foods Inc. es una de las mayores empresas agroalimentarias del planeta y el número uno mundial de la carne de cerdo. Posee filiales en nueve países a través del mundo.
Con una cifra de negocios de casi 12 mil millones de dólares, Smithfield Foods es la tercera compañía estadounidense más poderosa en la producción de alimentos
Smithfield se instaló en la remota zona rural mexicana de La Gloria en 1994. En el interior de los criaderos con ventilación deficiente e iluminación constante para estimular su crecimiento, los cerdos viven encerrados en jaulas que impiden su movimiento. Son engordados hasta alcanzar unos 120 kilos. Los criaderos son verdaderas ciudades de cerdos, rodeadas de mares de materia fecal.
En las inmediaciones de los criaderos existe gran contaminación por las lagunas en que depositan los desechos animales, “Nubes de moscas emanan de las lagunas donde la empresa mexicana-estadounidense arroja toneladas de estiércol; generando contaminación a cielo abierto y una epidemia de infecciones respiratorias”.
A fines del año pasado y principios de 2009, el número de enfermos fue insólito. Un Organismo estadounidense encargado de la información epidemiológica, reportó que en La Gloria se estaba produciendo una serie de extraños casos de “infecciones respiratorias parecidas a la bronquitis neumónica, con fiebre y fuerte tos” y que “el 60% de los habitantes” padecía de una nueva y atípica enfermedad.
Sin embargo el gobierno mejicano no dio la alerta, ni movilizó seriamente a sus servicios de salud. Analistas mejicanos declaran que el gobierno quiso evitar que la información haga peligrar la llegada de turistas, ya que estaban cerca las pascuas; y por otro lado la llegada del Presidente de E.U. Obama.

MAS GANANCIAS PARA LOS LABORATORIOS

El medicamento más conocido y adquirido por los gobiernos de varios países, incluso el nuestro, es el llamado Tamiflú. Su descubrimiento se le adjudica a una Empresa cuyo presidente fue “Donald Rumsfeld”, desde diciembre de 1997 hasta hacerse cargo del Pentágono en 2001. Esta persona fue el ex-secretario de Defensa del presidente George W. Bush y uno de los principales instigadores de la invasión de Irak, y conserva un importante paquete de acciones.
Hoy la empresa multinacional suiza Roche, posee los derechos de fabricación y de comercialización del Tamiflú.
Una de las primeras medidas de Rumsfeld cuando asumió su cargo en el gobierno fue declarar el Tamiflu de uso obligado en el seno de las fuerzas armadas. Las acciones de la empresa se vieron también altamente beneficiadas en Bolsa a partir de 2003, cuando surgieron en Asia las amenazas de epidemias del Síntoma Respiratorio Agudo Severo (SRAS) y del virus de la gripe aviar.

CONCLUSION

La forma de producción genera estos males. Independientemente de la intención del empresario capitalista involucrado en dicho proceso. No se trata de cambiar a las personas o su voluntad, sino la forma de producir misma.
En este caso las Granjas Carroll de La Gloria son infiernos concentrados en los que se hacinan, en medio de la hediondez y bajo calores asfixiantes, decenas de millares de animales que intercambian virus patógenos con gran intensidad.
Ese tipo de ganadería inhumana, intensiva, que desanimaliza al animal y lo considera como un mero “producto industrial”, un simple “material” que da carne y procura beneficios financieros, es el culpable de la pandemia en curso.
Más productos, más rápido, a cualquier costo, incluso la vida humana, esa es la fórmula del sistema capitalista.
La GANANCIA es el fín último en el capitalismo, la razón de la producción. Vivimos en un sistema deshumanizado que pone en peligro la existencia misma de las personas. El planeta está siendo destruido, porque esa destrucción genera ganancias rápidas. Cualquier medio o explotación que sirva para la obtención de riquezas, es puesto en práctica, sin importara las consecuencias sobre las personas y el medio ambiente.
Más de estos problemas se avecinan, y se agravarán los existentes, sino cambian las formas en que el hombre actúa sobre la naturaleza.
La solución hoy más que nunca, no debe buscarse en mejorar el sistema capitalista. Los gobiernos en las democracias actuales son los representantes de las grandes empresas, como las que generaron esta gripe porcina. Los gobiernos administran sus negocios.
Por ello, debe reemplazarse el modo de producción capitalista, en el que la explotación de los trabajadores, la destrucción del planeta, la existencia de los males sociales (hambre, desocupación, etc.); no son defectos del sistema, sino efectos propios e inevitables del mismo.
Es una lucha gigantesca cambiar el sistema de producción actual, donde unos pocos se llevan las riquezas que generamos todos los trabajadores. Un primer paso importante en ese camino, es identificar a dicho sistema, donde lo único que importa es la ganancia; como la principal causa de los males que vivimos.

sábado, 8 de agosto de 2009

PANORAMA MUNDIAL EN UN MOMENTO DE CRISIS: CAUSAS DE LA ACTUAL CRISIS ECONÓMICA

Tomando como precepto el deseo de cambiar la realidad actual luchando por un futuro mejor, idealizado pero alcanzable, como grupo de discusión y acción que reúne a trabajadores, nos proponemos en un principio entender dicha realidad, comprenderla como un fenómeno histórico, originado en una lucha de poder de clases sociales antagónicas, por un lado los poseedores de los medios de producción, y por otro aquellos que se esfuerzan a diario para generar y multiplicar la riqueza de los primeros, que resultan ser la minoría.
La fórmula anterior, en un principio sencilla, nos permitirá esbozar el desarrollo del capitalismo como una maquinaria que recrea la explotación del ser humano por el propio ser humano, que tiende a la posesión de los recursos en pocas manos y a la miseria de las inmensas mayorías, legitimadas por un Estado creado para la protección del más fuerte y la represión del más débil y justificadas como “natural” por un aparato ideológico que pone el acento en la acumulación como razón de ser de la raza humana, independientemente de que el acto de acumular (cada vez más) conlleve al mercantilismo de sus pares y hasta la destrucción de su propia casa.
Nos empeñamos en comprender nuestra cotidianeidad de asalariados, para lo cual resultará necesario ir más allá, analizándola considerando la realidad nacional e internacional, tomando en cuenta las dimensiones política, económica, social y cultural.

Así las cosas, el objetivo de la presente sección es entender el lugar que ocupamos los trabajadores en el mundo, aprehendiéndolo como un todo formado por partes intervinientes que, al tener distintos intereses, juegan roles dispares en un esquema lucha por el poder. Resulta necesario, entonces, interpretar la crisis económica actual y el papel que cumplen los Estados Unidos, país en que la misma se originó, ubicado en el centro del poder político del mundo capitalista. Entendemos a la presente como una crisis de civilización, es decir de la civilización burguesa que presenta múltiples aspectos: económico-financiero, ambiental, energético, alimentario, militar, y cuyo motor se encuentra en el centro del mundo: los Estados Unidos.
Las causas profundas de la crisis económica actual son: en primer lugar, la enorme polarización de las rentas que se ha ido produciendo en Estados Unidos a partir de los años 1960 y que alcanzó su máxima expresión en estos primeros años del siglo XXI. En segundo lugar, también en Estados Unidos: la desregulación de la banca en los años 80 al derrumbar el sistema financiero inaugurado después de la gran crisis de 1929 y durante la Gran Depresión para disminuir el excesivo poder de la Banca y proteger los ahorros de la población. Es menester analizar estas causas para prever consecuencias y soluciones.
Las políticas económicas llevadas a cabo entre las décadas de 1930 y 1970 eran intervencionistas con un carácter keynesiano claro; sobre la base del consenso entre la tríada gobierno, empresa y trabajadores, se desarrolló una economía de consumo masivo basada en el pleno empleo y en el aumento sostenido de ingresos reales, con el sostén de la seguridad social, que a su vez se financiaba con el incremento de los ingresos públicos. Durante este periodo, la clase trabajadora era fuerte y había impuesto al mundo empresarial la necesidad de pactar no sólo el nivel salarial sino también las condiciones de trabajo y, a través de su influencia política, la expansión del estado del bienestar y la distribución de la renta nacional, aplicando políticas redistributivas que disminuyeron las desigualdades. La clase trabajadora había adquirido gran poder, por lo que siguió incrementando el nivel de sus demandas. Cuando la clase trabajadora no tiene trabajo (al tener un desempleo alto) lucha por obtenerlo; cuando lo tiene, pugna por buenos salarios y buenas condiciones de trabajo, y cuando alcanza esto último, quiere tener una voz en la decisión de cómo realizar el trabajo y cómo gestionar la empresa. Durante el periodo 1945-1979, el nivel de demandas y conquistas laborales había ido aumentando a medida que la clase trabajadora iba consiguiendo sus peticiones, resultado de su mayor poder. La clase empresarial estaba a la defensiva; era consciente de que estaba perdiendo poder y, como siempre ocurre, respondió en la década de 1970.
Las políticas en defensa de la clase burguesa trajeron como consecuencia un cambio en las relaciones de poder que permitió que las desigualdades sociales crecieran de una manera muy marcada durante el periodo liberal. La burguesía vio sus ingresos crecer de una manera muy notable a costa de los ingresos de la clase trabajadora. El mundo empresarial recuperó su enorme poder político desarrollando políticas públicas de las que se beneficiaron enormemente. El neoliberalismo fue así, la ideología de las burguesías.
La explicación de dichos cambios es aún más reveladora analizando el devenir de la sociedad norteamericana en el período. El porcentaje de la renta nacional (PBI) que tenía la clase trabajadora (60 por ciento de la población), pasó de ser el 35 por ciento en el año 2000 al 29 por ciento en 2005. De ahí que la población se viera forzada a pedir prestado a los bancos y a tener tarjetas de crédito, con lo cual la deuda de las clases populares fue creciendo en la manera en que el porcentaje de su renta fue disminuyendo. El endeudamiento de los trabajadores fue creciendo de forma sustancial, en especial en el sector inmobiliario: para comprar una vivienda, la deuda de una persona pasó de representar el 90 por ciento de su renta personal (después de pagar impuestos) en los años 1990, al 140 por ciento en 2006, y ello como consecuencia del crecimiento especulativo del precio de la vivienda. El gobierno federal facilitaba este endeudamiento bajando los intereses, que pasaron de un 5,1 por ciento en los años 1990 a sólo un 1,4 por ciento a partir de 2002. Se creó así una nueva burbuja, la burbuja inmobiliaria, que al explotar fue uno de los causantes de la crisis actual.
Entonces, la gran polarización en la distribución del PBI, con disminución del porcentaje que las rentas del trabajo representan del total de la renta nacional ha sido la causa de las crisis económica y financiera actuales. La escasez de capacidad adquisitiva de las clases populares ha creado un problema grave de insuficiente demanda, responsable del escaso crecimiento económico. Y los exuberantes beneficios de la banca han derivado primordialmente de inversiones especulativas, creándose el complejo capital financiero-inmobiliarias (construcción) responsable de los elevados precios de la vivienda, incrementándose todavía más el gran endeudamiento de las clases populares.
Este sistema da poder a los lobbies económicos y financieros, los que a su vez financian a los partidos políticos mayoritarios de Estados Unidos, haciendo sentir su influencia en el desarrollo de las políticas liberales. Hace un cuarto de siglo, las 200 más grandes corporaciones estadounidenses hacían negocios financieros y los mismos representaban cerca del 10 por ciento de sus beneficios. En la actualidad, esos beneficios están entre el 40 y 45 por ciento. En los últimos treinta años, las empresas productivas llevaron adelante esa reconversión porque, como se ha citado, hubo una desaceleración de la demanda y los excedentes de capital se fueron destinando al sector financiero. Las instituciones financieras funcionan en este contexto como un instrumento del propio sistema para conseguir superar las crisis de sobreproducción de las que hablaba Marx. La economía capitalista realmente existente privilegia, de este modo, la inversión especulativa, en las que ha predominado el enriquecimiento rápido y fácil, a la reinversión productiva de las utilidades, convirtiéndose el capitalismo en un sistema que destruye fuerzas productivas.
La segunda de las causas citadas actúa como complemento al funcionamiento del capitalismo contemporáneo. El reordenamiento de la economía capitalista fue acompañado de cambios en el sistema financiero que aumentaron el poder de la banca y dejaron de proteger los ahorros que la población tenía en los bancos. La desregulación permitió que el perdedor fuese el ciudadano que coloca sus ahorros en la banca, y que son utilizados por los banqueros para especular con aquel dinero, con un aseguramiento nulo o muy bajo. La banca pudo hacer prácticamente lo que quiso. En el momento de explosión inmobiliaria (julio de 2007), los bancos ofrecían hipotecas en términos sorprendentemente fáciles que luego se convirtieron en tóxicos al no poder pagarse, en parte debido al enorme problema del endeudamiento explicado en la primera parte de este artículo. Ahí está el origen de la actual crisis financiera.
Estados Unidos ha ampliado su colchón de seguridad empresarial de una forma que no tiene precedentes, desde los bancos comerciales hasta los de inversión, luego a los seguros y ahora a los automóviles, sin que haya un límite a la asistencia social a las empresas. Los ricos y poderosos acuden al gobierno para que les ayude siempre que pueden, mientras que los individuos necesitados reciben poca protección social. El gobierno de Obama ha confundido rescatar a los banqueros y sus accionistas con rescatar los bancos. La falta de planificación y de análisis de las consecuencias de los rescates de empresas, contribuirá a la tendencia natural del capital a concentrarse en el sistema capitalista, por lo que se espera como consecuencia de la crisis, un sistema económico menos competitivo y en el que las grandes multinacionales que eran demasiado grandes para hundirse serán aún más grandes.
Según la lógica expuesta, cuando las grandes empresas se hunden, el gobierno destina el dinero de los impuestos que paga todo el pueblo para rescatarlas. El funcionamiento del sistema continúa, y si las empresas logran nuevos beneficios, se largan con la recaudación; si les sale mal, el pueblo vuelve a pagar la cuenta.
A modo de síntesis, es necesario exponer que la actual no es sólo una crisis financiera sino también una crisis energética, alimentaria y ambiental que está adquiriendo una dimensión realmente preocupante, pues afecta, como siempre, a los más vulnerables. Sólo en Estados Unidos en el pasado mes de junio hubo 467 mil puestos de trabajo eliminados, llegando la desocupación al 9,5 por ciento, a lo que debe sumársele el crecimiento vertiginoso de las familias sin techo. Lo que algunos han enunciado como crisis financiera es mucho más que eso: es una crisis global, pues supone el agotamiento de un sistema cuyas consecuencias son la pobreza, el hambre y la exclusión social; la prosperidad de una minoría de la población mundial que se asienta en el sufrimiento de tantos. Esta crisis no se puede solucionar sólo con medidas de política económica, sino que es necesario plantearse otros modos de vivir y consumir. No estamos solamente ante una crisis financiera sino ante algo mucho más profundo: un sistema económico mundial desigual y depredador de la naturaleza y del propio ser humano.
Creemos necesaria la convocatoria a la clase trabajadora de todo el mundo, pues sólo identificándonos como pares podremos lograr una participación aunada en el combate contra el capitalismo, debiendo ante todo comportarnos individual y colectivamente como revolucionarios que somos, mostrando con nuestro ejemplo de lucha diaria que sólo así y en la unión venceremos.