jueves, 22 de julio de 2010

Detrás de la fiebre mundialista y los festejos por el Bicentenario: realidad oculta y sociedad adormecida.



Dos grandes acontecimientos distraen la atención de los trabajadores argentinos tapando una realidad que sigue su marcha: entre festejos patrios organizados desde el Estado y acontecimientos mundialistas, la facción de la burguesía al poder se hace un festín de enriquecimiento e impunidad ilimitados, en tanto la calidad de vida de quienes no poseen riqueza alguna más que su fuerza de trabajo sigue recibiendo duros golpes.
Medio año de celebraciones por el Bicentenario y un mes de Mundial bastaron para distraer -complicidad de los medios de comunicación mediante- la atención de todos nosotros, no así de la burguesía y sus representantes en el gobierno que no tardaron en aprovechar el clima festivo para concretar medidas a su favor, en detrimento -claro está- de los asalariados. Millonarios festejos tuvieron lugar en todo el país, concentrados en Capital Federal, cuyo monto se estima en unos $160.000.000, entreteniendo y desviando la atención del pueblo, en tanto: se autorizaban aumentos generalizados de precios, las fuerzas represivas actuaban en Bariloche cobrándose la vida de tres personas, el patrimonio de la pareja presidencial seguía in crescendo, sus secuaces abrían concesionarias de automóviles en diferentes partes del país, Macri avanzaba con su polícía metropolitana, los índices de pobreza continuaban su curso ascendente, la ola de frío castigaba con crueldad a los más desprotegidos (llevándose varios muertos), en nuestra ciudad las empresas de transporte público seguían haciendo de las suyas, etcétera...la lista es larga.
En Tucumán, el ejemplo más absurdo y disparatado: $ 6.000.000 gastados en la ceremonia del 9 de Julio, a la que asistieron sinvergüenzas de todo tipo, cuando el desastroso sistema de salud de dicha provincia se encontraba absolutamente paralizado por las deplorables condiciones estructurales y de trabajo que lo caracterizan. Al mismo tiempo, sorpenden las cantidades destinadas a la propaganda oficial, aunque más asombran las ya obscenas cifras del patrimonio presidencial el cual creció un 20% en el último año alcanzando unos 55,5 millones de pesos hoy en día.
Pero no sólo modificaciones arriba sino también abajo, pero a la inversa: entre festejos, goles y "vivas a la patria", el secretario de Comercio Interior autorizaba subas de precios de los productos de primera necesidad. Es que, la inflación continuaba su curso ascendente, en el último semestre el valor de la canasta básica de alimentos creció entre el 19,5 y el 21,5% (en contra del 11,4% declarado por el insostenible INDEC). El frío, por otra parte agravaba las consecuencias del hambre y la pobreza. Pero, distraidos con el pulpo y preocupados en si la figura del mundial iba o no a convertir su gol, extasiados con los sagaces comentarios de los periodistas que nos informaban a la distancia, descuidábamos lo que estaba pasando y lo que iba a suceder.
Y, por si acaso, por si a alguien se le ocurre protestar, sigue en pie, fortaleciéndose cada vez más el gran ejemplo (a seguir, seguramente) de la polícía comunal de Capital Federal, al respecto el Jefe de Gobierno decía: "la seguridad es un valor central. Sin seguridad no hay libertad (nos preguntamos: ¿para quiénes?) y reina el miedo. Sin seguridad no vamos a salir de la pobreza, porque de la pobreza se sale con respeto y con más convivencia (¡lo afirma justamente quien organiza escuadrones que en medio de la noche desalojan y expulsan a pobres hacia provincia!)... la Metropolitana le cambió la vida a la gente (de eso no hay duda, las picanas aggiornadas eran sólo la frutilla del postre de los grandes caretas de la Capital)" (Diario Perfil, edición del 12 de Julio).
En medio de esta fiesta patria, nuestra ciudad no se quedó atrás. Virtuales dueños de la misma, los empresarios del transporte público marplatense, ideaban un nuevo sistema de cobro (con el cual, no nos sorprenda, venga un aumento de las tarifas) e instalaban en muchas de sus unidades las famosas monederas (no autorizadas por las autoridades municipales y que, si bien hoy no funcionan, parecen estar preparadas para ser puestas en uso en cualquier momento), al tiempo que, arbitrariamente, recortaban los recorridos de los colectivos dejando a pie a estudiantes y trabajadores en las pantanosas calles de los barrios marplatenses, cuya estética difiere mucho de aquella de las calles de "la Mar del Plata del turismo todo el año".
Así las cosas, la realidad demuestra que los trabajadores debemos desconfiar de la politiquería burguesa, de la burocracia vendeobrera, y de sus voceros mediáticos, y empezar a ser protagonistas, en las calles, lugares de trabajo, escuelas, universidades, barrios, etcétera, a luchar y unirnos para crear un instrumento de organización que nuclee a todos los asalariados dotándonos de la fuerza necesaria para afrontar y combatir los atropellos diarios que la burguesía -unida en ocasión de someter a los trabajadores- comete diariamente contra pueblo.