Una de las novedades que trajo el año 2011 fue el conocimiento y “la sorpresa”, a nivel mundial, de la situación en que se encuentran los habitantes de los países del norte de África y el oeste de Asia, la zona conocida como “mundo árabe”. Nos quieren hacer creer que de un día para otro, esta gente se sintió disconforme con alguna de las medidas de sus gobiernos y salieron a la calle a protestar.
Lo cierto es que en estos países (Túnez, Argelia, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein, Siria, Jordania) los índices de indigencia y pobreza son altísimos. A modo de ejemplo en Egipto, el 20% de la población vive con un dólar por día (Redacción BBC Mundo), los índices de desocupación no bajan del 10% (Diario El País de España), en Bahrein el PBI es uno de los más altos del mundo, sin embargo el desempleo roza el 20 %. Los gobiernos, en muchos casos regímenes monárquicos, hace más de 30 años que están en el poder, pasando de familia en familia, o de “gerente” a “gerente”. La gran mayoría de los jóvenes que terminan sus estudios, no encuentra trabajo, teniendo como única alternativa, emigrar en condiciones lamentables a Europa.
Para los trabajadores argentinos, las causas de estas protestas son muy conocidas y no nos sorprenden: pobreza, super explotación, sistema de semiesclavitud, falta de libertades democráticas y civiles, diferencias abismales entre los que más tienen y los que menos tienen, una feroz represión policial.
Al igual que en nuestro país, no existe en estos países un partido de la clase trabajadora, una herramienta que sea de la clase obrera. La participación política del pueblo en general es muy baja, dominando las burguesías locales la totalidad de las “ofertas” electorales.
Las potencias económicas mundiales, en especial Francia y Estados Unidos, aliados claves de estos gobiernos y de las burguesías locales, parecen no conocer estas causales e intentan por todos los medios que los actuales mandatarios no caigan o que, al menos si caen, el que venga sea alguno de sus conocidos y amigos.
Seguramente la lucha de los pueblos africanos y asiaticos, le arranque mediante la lucha concesiones a la burguesia. Pero los trabajadores no deben perder el objetivo final: la emancipación como clase, objetivo que, por lo que comentamos (falta de una organización de la clase obrera), hoy no posible. Como dijimos, es probable que se consigan algunas libertades democráticas, propias de la clase burguesa; lo que significaría un avance en terminos relativos. Pero la lucha debe continuar, siempre encaminada hacia el fin último: el fin de la explotación del hombre.
Desde la OTM repudiamos cualquier clase de intervención imperialista contra el pueblo de los países del norte de África y el Oeste de Asia, apoyamos al pueblo en su lucha contra las burguesías
