viernes, 8 de marzo de 2013

Las mujeres trabajadoras también tenemos nuestras mártires.

El 1° de Mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores en honor a los Mártires de Chicago, cinco trabajadores castigados por el régimen capitalista por luchar por los derechos de sus compañeros. Hacia el año 1886, la ciudad de Chicago se vio envuelta en una masiva huelga protagonizada por más de 40.000 trabajadores afectados por el lock-out patronal, los despidos en masa y la acción de rompehuelgas. La gran fábrica de maquinarias agrícolas Cyrus MacCormic, fue el centro de las protestas; sus obreros encabezaron, el 1º de Mayo y días sucesivos, la movilización en la cual las fuerzas represivas del Estado y de las patronales descargaron sus armas sobre la multitud, llevando a cabo una verdadera matanza. En los días posteriores la ciudad fue puesta bajo estado de sitio y centenares de militantes obreros fueron detenidos. Para paralizar el ascenso del movimiento obrero se montó un fraudulento proceso de enjuiciamiento de cinco dirigentes obreros de Chicago, quienes fueron condenados a muerte. Los restos de los mártires, Parsons, Engel, Fischer, Spies y Lingg, fueros seguidos por las calles por una multitud de más de cien mil personas.
    También las mujeres trabajadoras tenemos nuestras mártires. En 1908, 40.000 costureras industriales de grandes factorías neoyorkinas se declararon en huelga denunciando sus infrahumanas condiciones de trabajo, demandando mejores salarios, exigiendo la reducción de la jornada de trabajo y rechazando al trabajo infantil, entre otras reivindicaciones. Durante esa huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las obreras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. 
    Con motivo de este aberrante hecho, en 1910, en el marco de la II Conferencia de Mujeres Socialistas, Clara Zetkin (luchadora comunista por los derechos de la mujer) propuso el 8 de marzo como día internacional para reivindicar los derechos de las mujeres. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, lejos de ser un día festivo, es una jornada de conmemoración y lucha.
   La represión sobre los proletarios del mundo ha dejado en claro que, para la burguesía, existen los explotados, sin distinción de género ni de nacionalidad. Honor a los caídos por las conquistas de la clase obrera. 
                                                  "Proletarios del mundo, uníos!"

sábado, 2 de marzo de 2013

Acerca del "congelamiento de precios"

    El congelamiento de precios logrado por un acuerdo entre el gobierno y los supermercados, al que luego adhirieron las cadenas de comercialización de electrodomésticos y productos electrónicos, constituye el reconocimiento del gobierno del proceso inflacionario en curso.
    La escalada de precios afecta el poder adquisitivo de la moneda, perjudicando a los sectores de ingresos fijos, entre ellos, aquellos que se encuentran en las escalas más bajas. Por un lado afecta a la gran masa de jubilados, dado que  considerando los 6 millones de pasivos del sistema nacional, 2/3 de ellos perciben la mínima, menos del 50% de la canasta necesaria para una vida digna. Ni hablar del 35% de trabajadores no regularizados, que en promedio perciben un salario 40% menor al de los obreros registrados. Estos suman, al problema de la capacidad de consumo deteriorada por esos bajos salarios, la ausencia de seguridad social y laboral. Pero también golpea el proceso inflacionario a los trabajadores regularizados, ya que las patronales y el gobierno apuntan a concretar ajustes salariales en torno al 20% en el proceso de paritarias en curso.
    Mientras los precios aumentan cotidianamente, la actualización salarial, si existe, procede al momento del acuerdo paritario para ir deteriorándose con el tiempo. Los ajustes de salarios en las convenciones colectivas son apenas un correctivo de lo perdido en el período anterior y ante la inflación diaria el deterioro de la capacidad de compra del salario es una constante, por eso se intentan estos congelamientos, que abarcan una parte de la canasta de consumo habitual de la población.
    Se reitera, la inflación afecta a quienes perciben ingresos fijos, es decir, a la mayoría de la población. Ello implica, que una minoría no es afectada por la aceleración de los precios. Esa población vive de rentas o de ganancias, derivados de emprendimientos o inversiones, en el área de la producción, los servicios, las finanzas, o la especulación. Con lo cual, la mayoría de la población, casi el 70% de la misma, no tiene defensa ante la inflación, salvo la administración de la penuria o la escasez en función de sus ingresos. En cambio, la minoría enriquecida no define su gasto en función del alza de los precios. No se frena el gasto tradicional, ni el suntuario, de casi un tercio de la población. 
    Entonces, no todos pierden con la inflación, al contrario, la inflación es un mecanismo redistributivo del ingreso y la riqueza socialmente creada. Es un mecanismo de poder.
    Ahora bien, ¿Los acuerdos de congelamiento sirven? Sólo por el tiempo de vigencia del acuerdo, siendo una gran incógnita el día después, salvo nuevos y seguidos acuerdos, que como expresa el “congelamiento”, suspenden la discusión por el tema de fondo, que es el alza de precios como mecanismo de defensa de la ganancia empresaria.
    Para resolver el tema de la inflación se necesita confrontar con el poder, con los fijadores de precios. Es una decisión política que va más allá de cualquier acuerdo de precios. Para tener éxito en el control de los precios y la inflación se requiere la participación popular consciente, especialmente de los trabajadores sobre el sector con capacidad de elevar los precios en el mercado, en general, los sectores económicos de mayor concentración del capital. Ese protagonismo social es parte de la tarea de constituir un sujeto popular muy amplio que intervenga en el control de precios donde éstos se forman. Ello supone capacidad de los trabajadores para intervenir en el establecimiento de los costos y los precios, lo que implica acceso a los registros contables y a los mecanismos de la producción, el financiamiento y la comercialización de los bienes y servicios. Es algo que seguramente no aceptará el sector empresario, acostumbrado como viene a una lógica de impunidad ante el debilitamiento sindical y político de los trabajadores.
    Esto que proponemos nunca se aplicó en la Argentina, siempre se confió en acuerdos de cúpulas empresarias y gobiernos, o buena voluntad de los propietarios de empresas. En la práctica, la supervisión de esos acuerdos queda en manos de los propios actores o de una debilitada burocracia estatal, con escasa o nula capacidad para hacer efectiva la medida.
    La inflación expresa una relación social de poder y solo puede resolverse enfrentando el poder de aquellos que tienen la capacidad de incrementar los precios.  En definitiva, el problema está en el modelo productivo y de distribución, que favorece a las clases dominantes en la apropiación del producto social del trabajo, y uno de los mecanismos de esa apropiación es la inflación. La inflación, o su contrario, la deflación, son mecanismos del poder que utilizan las clases dominantes para defender la rentabilidad del capital.
    El problema es quién tiene el poder, y si los trabajadores y el pueblo, la mayoría de la población, pueden intervenir en frenar el alza de precios y revertir la ecuación de beneficiarios y perjudicados en la Argentina.