Muchos se preguntan si la Argentina cambió en estos
últimos 30 años. Nosotros consideramos que sí, que el país ha cambiado.
En estos últimos 30 años se ha profundizado la pobreza, consolidándose a
partir del 2002 una pobreza estructural: existen familias con tercera
generación de excluidos, de desclasados. Se ha constituido un núcleo
duro de la pobreza conformado precisamente con estos grupos: excluidos
del trabajo, de la educación, de la salud, de cualquier tipo de
bienestar.
La tasa de inflación y el ajuste en curso agravan la
situación de los trabajadores y los sectores populares. Diciembre nos
recibió con aumentos en los impuestos (tasa municipal, peajes, luz, gas)
y en los productos básicos; con contingencias climáticas como las
inundaciones, las que pusieron en relieve la situación paupérrima en la
que viven miles de personas y la desidia de los gobiernos de turno.
Por
todo esto hay condiciones para que sucedan los hechos vividos el 20 y
21 de diciembre. La pobreza estructural se ha consolidado y las medidas
del gobierno la alimentan.
El modelo pretendidamente “nacional y
popular con inclusión social” se agota. Pasados 10 años de crecimiento
de la economía, con un crecimiento extraordinario en las ganancias de
los capitalistas, persisten 40% de los trabajadores en “negro” y casi 2
millones de personas no acceden a un empleo. Sólo en la provincia de
Buenos Aires 400.000 jóvenes entre 15 y 30 años no estudian ni trabajan.
A esta situación se suma que en el sector formal del trabajo, en los
últimos meses, la construcción expulsó a 40 mil trabajadores, sumando 75
mil los empleos perdidos en 2012 en el sector privado. Esta tendencia
sólo se amortiguó con el crecimiento del empleo público. Por otro lado,
la masa entera de trabajadores pide un aumento de sueldo para poder
sobrevivir , mientras ve las ganancias excepcionales de los patrones.
En
definitiva, la respuesta a el por qué de los hechos ocurridos en estos
días se encuentra en el mismo sistema: EL CAPITALISMO. Es el sistema el
que excluye cada vez a más trabajadores. Es este sistema y sus
diferentes modelos el que empuja a la sociedad a la marginalidad.
Los
trabajadores debemos seguir esforzándonos en construir una herramienta
que defienda verdaderamente los intereses de la clase y donde los
desposeídos, los desclasados, los excluidos, puedan encausar sus
legítimos intereses para liberar a la sociedad en su conjunto.