lunes, 5 de octubre de 2009

SITUACIÓN EN KRAFT FOODS ARGENTINA

El conflicto en la fábrica alimenticia Kraft Foods Argentina S.A. (ex Terrabusi) se inició cuando la empresa despidió a 156 trabajadores, incluyendo a los integrantes de la comisión interna, varios delegados y tres miembros del Sindicato de Trabajadores de Industrias de la Alimentación (STIA) en represalia a la exigencia de medidas sanitarias frente a la epidemia de la Gripe A por parte de los trabajadores. El 18 de agosto el Ministerio de Trabajo ordenó la inmediata reincorporación de los despedidos, medida que la empresa de capitales estadounidenses no acató, como así tampoco la intimación posterior que le realizara dicho ministerio. La empresa Kraft apeló a un despido colectivo para generar las condiciones que le permitan ajustar los ritmos de producción y negociar salarios a la baja. Es por eso que se propone descabezar la comisión interna de la fábrica. La complicidad con los despidos por parte del gobierno (Ministerio de Trabajo, fuerzas policiales), la burocracia sindical, la prensa burguesa y la Justicia, muestran que ésta política es una política de estado.
La planta de Terrabusi funcionó durante horas como un centro clandestino de detención. Gases, balas y perros en contra de trabajadores indefensos que fueron detenidos en condición de desaparecidos, ya que nadie daba informaciones sobre donde los tenían.
Organizada por el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, a pedido de la Unión Industrial argentina y del propio gobierno de EE UU, la represión no guardó en esta oportunidad el cuidado por las formas "democráticas", tan caras al gobierno y a sus acólitos seguidores de los organismos de DDHH y del centroizquierda.
Aníbal Fernández no es nuevo en sucesos vinculados con la represión contra trabajadores indefensos. El ministro, que responde tan servilmente a los intereses de la patronal imperialista de la Kraft, como a sus patrones nacionales de la UIA, todavía tiene que rendir cuentas sobre su responsabilidad en el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en el Puente Pueyrredón, hecho acaecido en junio de 2002.
Pero Fernández, por más represor que pueda ser, no hace otra cosa que responder a las ordenes de su Jefe y de la señora presidenta, la que en estos momentos se pavonea por EE.UU buscando un acuerdo con el FMI y aplaudiendo los planes guerreros del "progresista" Obama, que pretende declararle la guerra a Irán, para quedarse con su petróleo, como antes Bush se la declaró a Irak, con la misma intención.
El conflicto de Terrabusi no sólo desenmascara toda la hipocresía de la demagogia populista del kirchnerismo.
El papel de las centrales sindicales es la otra pata de este sistema represivo. Tanto el "gordo" Daer, como el "combativo" Moyano, prepararon el clima represivo al denunciar el supuesto "extremismo" de los trabajadores en lucha. Tampoco esto es original. Moyano hacía declaraciones similares tres décadas atrás cuando justificaba el accionar de la paramilitar triple A, mientras Daer se reserva el papel de provocador en contra de las bases de su propio gremio.
Pero si hay un papel escandaloso en toda esta trágica historia antiobrera es el que cumple la CTA de Yasky. Durante todo el conflicto, la "central alternativa" no movió un dedo a favor de los trabajadores; puede que ahora saque alguna declaración edulcorada de condena a la represión en general, pero durante todo este tiempo defendió objetivamente la tesis de Moyano y la UIA al pronunciarse en contra de los "métodos que como Central no aprobamos".
Por último, cabe destacar el papel de una prensa desclasada y parapolicial que inunda tantos los medios públicos como privados. El apasionado relato de algunos "periodistas" que contaban la represión como si se tratara de un partido de futbol no deja lugar a dudas: se necesita una nueva prensa, que no la vamos a encontrar en la nueva ley del gobierno derechista K; los trabajadores, sin embargo, harán rápidamente la experiencia sobre la necesidad de una prensa independiente que responda a los intereses de la lucha en contra de los despidos y por la defensa de sus intereses.
La defensa, por parte de los sectores democráticos y combativos de la sociedad, de la lucha de los trabajadores de Terrabusi, va más allá de la solidaridad con un grupo de trabajadores en conflicto, es la defensa de los propios derechos del conjunto de los trabajadores y la movilización en contra del estado policial que se manifiesta detrás de esta represión kirchnerista, que utiliza plantas fabriles como centros clandestinos de detención, con la inequívoca finalidad de garantizar la tasa de ganancia del capital.

jueves, 1 de octubre de 2009

LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES DE KRAFT FOODS

Los trabajadores luchan por sus puestos de trabajo; los vendeobreros como Daer y Moyano miran para otro lado y acusan a los compañeros; la patronal negrea y despide, y; el Estado, guardián de los intereses del capital, reprime a los obreros.
El caso Kraft Foods no podía ser más claro a la hora de revelar cómo funcionan el sistema “democrático” y el gobierno campeón de la “redistribución equitativa de la riqueza”. Pero hay otros actores que, por acción u omisión, también se desnudan: ya no se ve, como antaño, a Hebe de Bonafini (hoy fervorosa kirchnerista) acompañando a los explotados, tampoco se lo ha visto a D`Elía, campeón de la defensa de lo “nacional y popular”, hacerse presente en Pacheco para enfrentar a las fuerzas de la represión, ni tampoco se oyen las voces de los acomodados dirigentes piqueteros.
El cuadro intelectual de la burocracia vendeobrera: Recalde, también diputado peronista, afirmó que “la protesta es lógica y respetable”. Hubo errores de parte de quienes conducían el conflicto (...) no es una guerra a todo o nada”. Estamos seguros que para este abogado cegetista -quien hace muchos años que hace vida de burgués con la plata de los trabajadores- el conflicto “no es una guerra a todo o nada” pero para los 157 despedidos sí lo es, pues los trabajadores en el capitalismo sólo pueden subsistir si venden su fuerza de trabajo, mercancìa que Kraft Foods ha decidido no comprar más, tal como en el mundo y en el país lo están haciendo miles de empresas, descargando así la crisis del sistema sobre los trabajadores del mundo.
Desde la OTM expresamos nuestra solidaridad y admiración hacia los compañeros que, en la defensa de su fuente de trabajo, enfrentaron valientemente a la represión orquestada desde la patronal, el Estado de los empresarios y la burocracia vendeobrera.