jueves, 13 de mayo de 2010

1º de Mayo. Los Mártires de Chicago

El 1º de mayo de 1886 en la ciudad de Chicago, los trabajadores iniciaron un reclamo para conseguir la reducción de su jornada laboral a 8 horas de trabajo. El país se paralizó con más de cinco mil huelgas.
Entre otras injusticias los trabajadores sufrían jornadas agotadoras de entre 14 y 16 hs. diarias, lo que incluía el trabajo de las mujeres y de niños menores de 10 años, en fábricas y talleres.
A finales del siglo XIX en todo el mundo crece la influencia de las ideologías anarquista y socialista, que son tomadas como propias por miles de trabajadores en todas partes del mundo.
Las manifestaciones tuvieron como respuesta la represión del estado, matando e hiriendo a muchos obreros. En un hecho no esclarecido, una bomba explotó matando a 7 policias. La policia disparó a la multitud, matando a varios obreros e hiriendo a 200. Como era de esperar, el gobierno persiguió culpando a los principales dirigentes obreros, por haber lanzado la bomba. Como resultado del juicio, varios fueron condenados a muerte.
Miguel Schawb (condenado a prisión perpetua) dijo al escuchar su condena que no reconocía a aquel tribunal ninguna autoridad y que su lucha y la de sus compañeros era de una justicia tan evidente que no había nada que demostrar y que ellos luchaban por las 8 horas de trabajo pero que: “Cuatro horas de trabajo por día serían suficientes para producir todo lo necesario para una vida confortable, con arreglo a las estadísticas. Sobraría, pues, tiempo para dedicarse a las ciencias y el arte".
El 11 de noviembre de 1887 Spies, Engel, Fischer y Parsons fueron ahorcados. En su funeral marcharon por las calles más de 25.000 trabajadores. Desde ese momento ellos son recordados como “los mártires de Chicago”, ejemplo de lucha y coraje de la clase trabajadora internacional.
George Engel, obrero, ante el tribunal que lo condenó a muerte
Es la primera vez que comparezco ante un tribunal norteamericano, y en el se me acusa de asesino. ¿Y por qué razón estoy aquí? ¿Por qué razón se me acusa de asesino? Por la misma que me hizo abandonar Alemania: por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora. Aquí también, en esta “república libre”, en el país más rico de la tierra, hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida, y que como parias sociales arrastran una vida miserable. Aquí he visto a seres humanos buscando algo con qué alimentarse en los montones de basura de las calles (...)
¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar (...)”
Mi más ferviente deseo es que los trabajadores sepan quienes son sus enemigos, y quienes sus amigos.
Durante toda la historia, los trabajadores podemos ver como es la respuesta del sistema hacia nuestros reclamos. Cuando el reclamo no tiene fuerza, somos ignorados. Cuando el reclamo adquiere cierta importancia, se intenta apagarlo con el otorgamiento de concesiones más o menos importantes, según la correlación de fuerzas entre la patronal y la clase obrera. Ahora cuando la causa de nuestra lucha, va acompañada de cierta organización y conciencia de clase (es decir: saber quienes son nuestros enemigos); difícilmente dicho reclamo se pueda apagar, sin apelar el estado a sus fuerzas de represión.
Ignorar, comprar a los dirigentes sindicales, represión policial, aparato judicial, prisión. Son las herramientas del estado para detenernos y es el difícil camino que tiene que transitar nuestra lucha para triunfar. Si bien ya no existe en nuestro país la pena de muerte, si existe la decisión de dar muerte, pero por fuera de la legalidad. Los 30.000 desaparecidos en la dictadura, como los compañeros muertos en los gobiernos democráticos (Teresa Rodríguez, Victor Choque, Kostequi, Santillán, Carlos Fuentealba etc.), así lo demuestran.
Pero una cosa es cierta, no podemos dejar de hacerlo. Luchar, ejercer la fuerza para conseguir la abolición de la explotación del hombre por el hombre, es nuestro destino como clase.
Vaya pues nuestro modesto homenaje, a los obreros del pasado que con su lucha engrandecen nuestro presente y que con su ejemplo, iluminan el camino a transitar en el futuro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Compañeros del OTM:
Pasó la fecha ya, pero unas pequeñas concluciones al respecto, epro sin duda antes felicitarlos por este enorme trabajo de invetsigacion, que sin duda alimenta al alma de los lectores.
Creo q ante la actual coyuntura de polarizacion entre dos sectores como los K,Moyano, Yaski por un lado; y el Campo, De Angeli, De Genaro y Barrionuevo por el otro se dividen los proyectos de pais, per se unifican aún mas contra el pueblo y lo trabajadores.
Creo que es necesario ante este marco, llamar a un gran polo de unidad de todos y todas las luchadoras para anfrentar a los verdugos del peublo, y brindar desde ya una tercera posicion, de independencia de clase.
Un abrazo fraternal.
Andres Clerissi