martes, 20 de marzo de 2007

SALARIOS DEPRIMIDOS: RECETA PARA LA ACUMULACION CAPITALISTA EN LA ARGENTINA

La actual estrategia económica de la burguesía en la Argentina descansa en la acumulación de capital a través de la incorporación de asalariados al mercado de trabajo con remuneraciones muy por debajo del incremento de la productividad. Efectivamente, al cabo de cinco años de reactivación, el producto bruto interno (PBI) ya alcanzó el nivel previo a la crisis, pero los salarios se mantienen un 10% por debajo del promedio de 1998. Paralelamente, el mercado laboral argentino aparece abiertamente fragmentado en tres sectores: los asalariados privados registrados, los empleados estatales y los trabajadores privados informales. En el primer segmento (20% de la fuerza laboral), el salario real supera en un 7% el promedio previo a la crisis. En esta franja se concentran las empresas prósperas que demandan asalariados calificados. Sin embargo, en comparación con las ganancias, el ascenso de la productividad (que acumula en tres años un incremento del 14,6%) y a la caída del costo laboral (que se ubica un 17% por debajo del promedio previo a la crisis), la mejora salarial es muy reducida.
Quienes presentan a los asalariados formales como un segmento privilegiado contrastan su situación con las franjas populares más empobrecidas y no con las ganancias extraordinarias de los empresarios.
En el sector estatal el deterioro de los sueldos promedia un 28%.
Como este segmento depende directamente de las decisiones oficiales, aquí se verifica la verdadera política salarial del gobierno.
Finalmente, el sector informal (sector conocido como “trabajadores en negro”, que aglutina al 42% del total de trabajadores), sufre un desplome salarial del 27%.
Este segmento se ha convertido en un reservorio de mano de obra barata que concentra el empobrecimiento estructural. Solo un tercio de los precarizados retoma en algún momento el empleo estable. La mayoría soporta trabajos pésimamente remunerados, carentes de protección sindical y cobertura social.
Actualmente el 54% de los empleados gana menos de $ 1200,00 por mes y la franja salarial que más trabajadores registra es la de entre 801,00 y 1200,00 pesos mensuales. Paradójicamente, los dos sectores que tienen mayor actividad y rentabilidad, tienen la mayor proporción de trabajadores con sueldos más bajos. Así, el sector agropecuario (pese al precio internacional de los cereales y la carne), no sólo tiene el sueldo promedio más bajo -963 pesos-, sino que 8 de cada 10 trabajadores gana menos de $ 1200,00. Lo mismo sucede en la construcción, donde a pesar de las mejoras salariales, todavía el 67% de los trabajadores gana menos de $ 1200,00.
En definitiva, una vez más se verifica que la estrategia capitalista se dirige a extraer una mayor cuota de plusvalía, que, como enseñara el
maestro de la clase obrera Carlos Marx, significa trabajo no remunerado.
ORGANIZACIÓN DE TRABAJADORES MARPLATENSES

viernes, 9 de marzo de 2007

24 DE MARZO DE 1976: DICTADURA ABIERTA DEL GRAN CAPITAL

El 24 de marzo se cumple el trigésimo primero aniversario de la irrupción de la dictadura abierta del Gran Capital en la Argentina.
A partir del 24 de marzo de 1976, La Junta Militar se propuso, como uno de sus principales objetivos, liquidar definitivamente el proceso revolucionario que venían construyendo las masas populares desde el Cordobazo, en mayo de 1969. Una de las características principales de este proceso fue la alta organización de la clase trabajadora.
Para que el gobierno Cívico – Militar cumpliera con su objetivo, era necesario profundizar la línea económica que se venía implementando, y para esto era fundamental exterminar las diferentes organizaciones populares. El plan económico era claro: estimular la concentración y la centralización del capital en manos de los monopolios extranjeros asociados a la gran burguesía local y crear condiciones que permitiesen un incremento en la explotación de la clase obrera y en la proletarización de la pequeña burguesía. El primero de estos aspectos implicaba la transferencia a manos de los grupos monopolistas de los capitales de menor envergadura, profundizando la liquidación de la burguesía nacional vinculada al mercado interno.
En este marco se inició un proceso de desindustrialización. Se sustituyeron las mercancías de elaboración nacional por artículos similares importados, afectando principalmente a las ramas vinculadas al capital nacional.
La deuda externa argentina creció brutalmente. Hacia 1975 rondaba los u$s 10.000 millones, para alcanzar, al fin de la dictadura militar, un monto que giraba alrededor de los u$s 50.000 millones. El pago de los intereses de esta deuda pesaría gravemente sobre el esfuerzo del pueblo argentino, particularmente de sus trabajadores.
En el primer año de instalación de la dictadura genocida, el salario real disminuyó un 33% respecto de 1975, tendencia que se fue profundizando a lo largo del gobierno cívico – militar.
Para poder realizar esto, la dictadura se vio obligada a accionar desde la superestructura estatal para lograr la disminución del nivel salarial, impulsando medidas de distinta naturaleza para vencer la previsible oposición de la clase obrera. Apeló al terrorismo dirigido en particular hacia los militantes populares. Sobre esta base, dispuso un conjunto de disposiciones jurídicas, que operaban tanto en el derecho colectivo del trabajo (prohibición de las huelgas, modificación de la ley sindical, congelamiento de las convenciones colectivas de trabajo, fijación de los incrementos salariales por debajo del índice inflacionario, entre otras) como en el terreno de las relaciones laborales individuales (modificación de la Ley de Contrato de Trabajo).
En el año 1983 se recuperaron las libertades democráticas burguesas, pero en lo esencial no se modifico la medula del sistema, que divide cada vez con mayor profundidad a explotadores y explotados.
A lo largo de estos años, el sistema, tanto en su variante fascista como en su variante democrática se fue profundizando. Por esto los trabajadores debemos intentar construir un espacio desde el cual, no solamente disputemos los términos en que se distribuye la riqueza, sino también, un espacio desde donde aspiremos a reconquistar para nosotros los medios de producción, no sólo para reducir la tasa de explotación, sino para abolir toda explotación.
Organización de Trabajadores Marplatenses