domingo, 26 de septiembre de 2010

Pobreza, desarraigo y represión: los trabajadores inmigrantes por el mundo.

El capitalismo castiga duramente a los trabajadores inmigrantes en el mundo entero. Si en las últimas décadas la lógica del sistema llevó a que miles de trabajadores fueran expulsados de su país de orígen siendo recibidos por otros del llamado "Primer Mundo" -en donde la fuerza de trabajo extranjera era superexplotada-, hoy esta tendencia parece haberse modificado: desde ambos lados, la expulsión de quienes caminan por el mundo en busca de una mejor calidad de vida es un hecho.
La agudización de las contradicciones del capitalismo y sus efectos son cada vez más visibles ya no sólo en países como el nuestro sino también en los países "desarrollados": la ola de ajustes a nivel global (recordemos los 12.000 obreros del transporte que perdieron su trabajo en Rumania, los masivos despidos en el sector de las comunicaciones en Francia, las reducciones salariales en Alemania, entre otros), el incremento de los índices de desocupación (con Letonia y España a la cabeza, con el 23 y el 19%, respectivamente) y la concreción de medidas de flexibilización laboral siguen deteriorando la situación de los trabajadores a escala mundial; sin embargo, los inmigrantes, parecen llevarse la peor parte.
Los recientes acontecimientos represivos en Francia, las nuevas leyes xenófobas que pretenden sancionarse en EEUU (junto a los acrecidos fondos destinados a patrullas anti-inmigrantes), el regreso de una notable cantidad de emigrados argentinos de España, los sucesos en el sur de Italia al comenzar el año, entre otros, dan cuenta de ello.
En Estados Unidos, de larga tradición racista y anti-obrera, las fuerzas represivas del Estado garantizan la persecución, detención y deportación de trabajadores negros y latinos (afortunados de no haber sido víctimas de bandas xenófobas), asi como la sanción de leyes anti-inmigrante en distintas regiones de dicho país, aplacando de este modo las consecuencias del desempleo y, al mismo tiempo, disciplinando -por el miedo- a los trabajadores extranjeros que viven allí. Al respecto, durante su gestión, Obama ha duplicado los casos de deportaciones -en relación a los de la era Bush- e incrementado el presupuesto para la militarización de la frontera. Es más, durante su mandato ha sido aprobada la polémica Ley SB 1070 ("Ley de Arizona" -Estado fronterizo con Méjico-),considerada una de las más severas leyes de inmigración de la historia del país. No olvidamos tampoco la llamada "Ley de Sueño", que ofrece ciudadanía cambio de servicio militar, y la ley para la construcción de un muro fronterizo que se sancionara bajo el mandato de Bush hijo.
En el noreste de Francia, hacia fines del mes de Julio, distintos medios de comunicación difundieron las imágenes de una feroz represión de mujeres y niños de origen marfileño, práctica racista que no se limita a este hecho en particular, si pensamos en las acostumbradas noticias de redadas en los suburbios franceses, incendios de autos, estudiantes (hijos de inmigrantes) heridos por la policía, etcétera...; al respecto, dicho país no tardó en "actualizar" su vieja Ley de Extranjería, endureciendo sus mecanismos represivos. En Italia, la prédica rascista ha prendido en grandes sectores de la ciudadanía, parte de la cual lanzó sus ataques en el mes de Enero contra una comunidad de trabajadores africanos que en condiciones de semi-esclavitud se desempeñaban como jornaleros en las plantaciones de cítricos ubicadas al sur del país.
En España, son alrededor de 4,3 millones los desempleados (de lo cuales más de un 28% son extranjeros), mientras quienes poseen empleo ven día a día empeorar sus condiciones laborales (en los últimos meses los trabajadores del transporte han sido los protagonistas de sucesivas protestas contra la flexibilización laboral); en este marco, severas leyes de extranjería no se hicieron esperar. La última sancionada por el Congreso español -de corte muy similar a la de su par francesa- entró en vigencia en Diciembre pasado, endureciendo el acoso de las fuerzas represivas del Estado a los "sinpapeles", criminalizando al inmigrante.
La realidad da cuenta de que el capitalismo empuja a la miseria a ingentes masas de trabajadores, mientras los discursos nacionalistas y xenófobos que lanzan los Estados burgueses de todas partes del mundo fomentan el nacionalismo, refuerzan el individualismo, disciplinan a la fuerza de trabajo que utilizan obligándola a soportar cada vez peores condiciones de vida -intentando asegurarse la pasividad de los asalariados frente a una futura arremetida contra sus derechos-, y logran su cometido de enfrentar a trabajadores contra otros en igual o peor circunstancia.
Si en su momento de auge, el capitalismo garantizó la libertad de tránsito de bienes y personas por el mundo, adaptando su superestructura jurídica en pos de ello, hoy, en clara decadencia, restringe y castiga la movilidad de los trabajadores: la crisis ha alcanzado a los Estados capitalistas más avanzados excluyendo del sistema a una creciente cantidad de personas, y conforme sus contradicciones estructurales se fueron haciendo más explícitas estos países abandonaron sus políticas de fomento del ingreso masivo de la mano de obra barata que el capital requería; esos Estados, entonces, comenzaron a develar, una vez más (en su aspecto jurídico es más que evidente -con leyes anti-obreras-) su verdadera naturaleza, respondiendo -como siempre- en salvaguarda del capital y en perjuicio, claro está, de los asalariados del mundo.
Vaya pues, nuestra solidaridad con todos aquellos que, obligados por las cirscunstancias, han debido abandonar su tierra en busca de mejor fortuna; no olvidamos que son también trabajadores e hijos de trabajadores castigados por el sistema, y como tales merecen nuestro apoyo y respeto.

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