viernes, 15 de enero de 2010

LA SEMANA TRÁGICA: UN HEROICO COMBATE DE LA CLASE OBRERA

El 7 de enero se cumplieron 91 años del comienzo de los sucesos conocidos como la “Semana Trágica”. Aquel martes de 1919 los obreros de los Talleres Metalúrgicos Pedro Vasena, quienes se encontraban en huelga desde el 2 de diciembre, se enfrentaron con un grupo de rompehuelgas y matones armados reclutados por la Asociación del Trabajo(1) y protegidos por la policía.Tras dos horas de combate contra las armas policiales, cuatro trabajadores resultaron muertos y más de treinta, heridos.
Estos primeros asesinatos de la semana produjeron la indignación de los proletarios de toda la ciudad, quienes, espontáneamente, comenzaron a abandonar sus tareas. Durante toda la noche de los días 7 y 8 miles de obreros desfilaron por el velatorio de los compañeros caídos. Las dos centrales obreras de la época, la FORA del V° Congreso (anarquista) y la FORA del X° Congreso (también llamada del IX°, dirigida por Sindicalistas, socialistas y un grupo minoritario de anarquistas desprendidos de la FORA del V°) llamaron a la huelga general a realizarse el 9, día en que se llevaría a cabo el sepelio de las víctimas.
Llegada esa jornada, y en pleno desarrollo del cortejo fúnebre, partieron disparos contra la multitud que acompañaba al mismo provocando nuevas muertes. Ya en la Chacarita, este cementerio fue utilizado como sitio de emboscada; durante el discurso de un dirigente obrero la policía abrió fuego provocando el desbande de la muchedumbre que intentaba refugiarse tras las tumbas, gran cantidad de personas buscaban ganar la salida donde eran esperados, sable en mano, por la caballería. El resultado de esta jornada represiva fue de 39 muertos y cientos de heridos.
Ya con las masas en la calle, en lo que se había transformado en una revuelta popular, temiendo una revolución social, y conciente del prestigio que la gran Revolución de Octubre gozaba entre lo más avanzado de la clase obrera, la clase dominante estrechó filas contra el pueblo trabajador, la pálida burguesía gobernante representada por Yrigoyen destacó al general Luis Dellepiane como comandante de las fuerzas de represión, en tanto los miembros del verdadero poder económico formaban su propio órgano paramilitar-terrorista bajo el nombre de “Defensores del Orden” (luego “Liga Patriótica”(2)); durante varios días estos “patriotas” asaltaron los barrios obreros quemando y destruyendo clubes, locales sindicales, centros culturales y bibliotecas, arrestando y torturando a trabajadores, extranjeros y judíos con la excusa de detener una “sovietización argentina” dirigida desde Rusia.
Creemos no equivocarnos si decimos que en la Semana Trágica “debutan” en nuestro país los grupos parapoliciales, es decir un poder represor-terrorista paralelo al oficial. La Historia nos da, quizás, la clave del por qué: la última gran represión había ocurrido algunos años atrás, en 1909, en ese año bajo la presidencia de Figueroa Alcorta, los actos del 1° de Mayo fueron criminalmente reprimidos de forma oficial por la policía comandada por el coronel Ramón Falcón y el saldo fue de doce trabajadores muertos y cerca de cien heridos.
Este militar asesino -quien luego fuera ajusticiado por el anarquista Simón Radowitzky- fue premiado y homenajeado públicamente por los miembros de la oligarquía terrateniente ganadera. Esta facción burguesa dominante, que había realizado un país según sus intereses, no necesitaba reprimir y matar embozadamente, sencillamente porque, por entonces, además del poder económico detentaba el poder político. Esta situación, un tanto sorpresivamente, varió con la victoria electoral de Yrigoyen en 1916, de allí que, cuando la agudización de la lucha de clases desató los hechos de la Semana Trágica, quienes aún representaban el poder real, desconfiando de la débil y vacilante facción gobernante, decidieron “tomar cartas en el asunto” y “reforzar” la represión con grupos de civiles armados que no trepidaran en escarmentar a los trabajadores. De este modo el poder real con la complicidad del poder formal inauguraron el terror parapolicial.
Durante los días 9 y 10 se realizaron febriles negociaciones: Yrigoyen se reunió con Vasena quien fue acompañado por un representante inglés, los empresarios accedieron a terminar con un conflicto que había puesto a la ciudad en una revuelta inusitada. El día 11 Sebastián Marotta (secretario de la FORA del X°) anuncia los acuerdos que representaban una victoria para los trabajadores: jornada de 8 horas, aumento de salarios, domingos al 100% abolición del trabajo a destajo, reincorporación de los cesantes.
Sin embargo, muchos sindicatos y obreros siguieron con la huelga, que se había extendido al interior del país, algunos días más (Mar del Plata misma fue paralizada el 11) la FORA del 5° Congreso, lanzada a provocar la “revolución anárquica”, continuaba los ataques armados contra las comisarías, en los cuales perdía militantes sin rédito alguno, poco a poco sin la adhesión de la masa fueron quedando aislados. En tanto el mismísimo diario La Nación debió pedir cordura a los grupos de derecha que no cejaban en sus incendios, asesinatos y ataques antisemitas.
Por último, en nuestro recuerdo de los bravos trabajadores caídos en aquellas heroicas jornadas de hace casi un siglo atrás (según algunas fuentes 800 muertos, 4.000 heridos y millares de presos) debemos decir que la clase obrera en lucha es siempre “un monstruo grande y pisa fuerte” y que sus combates polarizan a la sociedad desnudando quién es quién (como ocurriera en la reciente lucha de los trabajadores de Kraft Food).
En enero de 1919 el pueblo trabajador estuvo entregando su vida en la calle por el simple odio de ver a sus hijos masacrados. Como un valeroso ejército sin un “estado mayor” que lo guiara, actuó espontáneamente, se defendió de la represión malamente asaltando alguna armería, levantando alguna barricada, volteando algún poste de teléfonos; mientras las demás fuerzas de la sociedad cumplían su rol acorde sus intereses e ideología: el Estado y la Burguesía reprimían, el socialismo reformista debatía en el Congreso, los sindicalistas pactaban y los anarquistas languidecían en su aislada labor terrorista.
La enseñanza, aún no aprendida, señala, claramente, la necesidad de que los trabajadores construyan la herramienta política imprescindible para tomar el poder estatal y terminar con el capitalismo antes de que éste termine con la naturaleza y la especie humana misma.



(1) La “Asociación del Trabajo” se fundó en 1918 como grupo de presión económico-político que además se ocupaba de proveer de rompehuelgas a las empresas en conflicto así como de vigilancia armada reclutada entre el lumpenaje y la policía, la conformaban las siguientes asociaciones: Sociedad Rural, Centro de Exportadores de Cereales, Bolsa de Comercio, compañías de ferrocarriles y otros gremios patronales.

(2) ”Defensores del Orden” (luego “Liga Patriótica”). Se formó el 10 de Enero de 1919 como grupo civil armado para apoyar al ejército y la policía. Recibieron el apoyo de las Fuerzas Armadas, la Iglesia y la Asociación del Trabajo.

No hay comentarios: